Tipos de TOC: la importancia de entender lo que te ocurre para empezar a superarlo

Pensamientos, TOC, Trastornos

Cuando hablamos de Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC), es habitual pensar en él como una entidad única. Sin embargo, dentro de este diagnóstico existen múltiples formas de expresión que varían de una persona a otra. Lo que tienen en común todos los tipos de TOC son una serie de características nucleares que nos permiten englobarlos dentro de una misma categoría diagnóstica. A su vez, analizando con mayor profundidad los elementos que lo conforman (las obsesiones y compulsiones), es posible identificar diferentes subtipos, que ayudan a comprender mejor la experiencia concreta de cada persona.

Las obsesiones son pensamientos, imágenes, sensaciones o impulsos que aparecen de forma intrusiva, inesperada y no deseada. Se caracterizan por ser egodistónicas, es decir, contrarias a los valores, creencias, identidad o deseos de la persona. Justamente por eso provocan tanto sufrimiento: no son simplemente pensamientos molestos, sino que atacan directamente lo más importante para quien los sufre.

Por ejemplo, una persona profundamente comprometida con el bienestar de los demás puede experimentar pensamientos violentos hacia sus seres queridos; alguien con una fuerte orientación religiosa puede ser invadido por imágenes blasfemas o una persona con una relación sentimental estable puede obsesionarse con la idea de no amar a su pareja. Aunque los contenidos cambian, la estructura es la misma: ideas que generan un profundo malestar emocional (ansiedad, miedo, culpa, tristeza, enfado…) por su aparente contradicción con la identidad de la persona.

Estas ideas no solo son intrusivas, sino también recurrentes y persistentes, ocupando gran parte del tiempo y la atención. Aunque el contenido de las obsesiones varía de una persona a otra, su función es la misma: generar un impacto emocional que active el sistema de alarma del cerebro, manteniendo a la persona en un estado constante de duda e inquietud; la alerta e hipervigilancia constante.

Frente a estas obsesiones, la persona con TOC recurre a las compulsiones, que son acciones repetitivas (externas o internas) cuya finalidad es reducir el malestar generado por los pensamientos obsesivos o prevenir una posible consecuencia temida. Aquí distinguimos entre compulsiones motoras o conductuales, como lavarse las manos, comprobar, ordenar, evitar…, y compulsiones mentales, como rezar, repetir frases, repasar mentalmente, analizar… Aunque las compulsiones pueden ofrecer un alivio momentáneo, a largo plazo alimentan el ciclo del TOC, ya que refuerzan la idea de que el pensamiento es peligroso y debe ser controlado. Así, cuanto más se ritualiza, más se consolida la obsesión.

En función a todo ello, a la hora de clasificar los distintos tipos de TOC, podemos hacerlo desde dos enfoques complementarios:

  • Por el tipo de obsesiones (clasificación formal): Aquí nos centramos en qué contenido toma la obsesión. Hablamos, por ejemplo, de TOC de contaminación, TOC de daño, TOC relacional, TOC de orientación sexual, TOC religioso, TOC de orden y simetría, TOC existencialista, entre otros.
  • Por el tipo de compulsiones (clasificación funcional): En este caso, observamos cómo se intenta aliviar el malestar. Algunas personas recurren a rituales físicos, mientras que otras lo hacen de forma mental. Esta diferencia es clave para adaptar el tratamiento a cada caso, ya que no es lo mismo trabajar con rituales visibles que con procesos internos.

En resumen, el TOC no es un único trastorno con una única forma de manifestarse. Comprender su estructura interna y las distintas maneras en que puede expresarse permite no solo entender mejor lo que le ocurre a la persona, sino también ofrecer una intervención más ajustada, empática y eficaz.

Ahora bien, para poder realizar esta clasificación exhaustiva (teniendo en cuenta tanto las obsesiones, compulsiones, su función y su forma) es fundamental que el profesional tenga un conocimiento profundo y actualizado sobre el TOC. No todos los psicólogos están formados específicamente en este trastorno, lo cual puede llevar a confusiones diagnósticas o a aplicar enfoques terapéuticos poco adecuados.

Un especialista en TOC no sólo sabe identificar los subtipos más comunes y los menos conocidos que a menudo pasan desapercibidos, sino que entiende cómo se relacionan entre sí los pensamientos, emociones y conductas (la relación idiosincrática -única en cada persona- entre obsesión, malestar y compulsión), y cómo el trastorno puede camuflarse bajo síntomas que parecen otros problemas. Esta precisión diagnóstica tiene un impacto directo en el tratamiento: permite diseñar un plan terapéutico claro, personalizado y basado en técnicas con alto rigor científico, en el que la persona se sienta comprendida desde el primer momento y acompañada con seguridad durante todo el proceso.

En TuMente Psicólogos llevamos años trabajando de forma especializada en TOC y sabemos lo importante que es que alguien le ponga nombre a lo que te ocurre, sin juicios ni rodeos. Porque sólo cuando pones nombre a lo que te ocurre y entiendes realmente lo que te pasa, puedes empezar a salir del bucle.

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