En muchas ocasiones, nuestro día a día nos lleva a enfrentarnos a diferentes situaciones que pueden resultar difíciles de afrontar, provocando una preocupación excesiva en nosotros. En estos casos, nuestra mente se distrae con pensamientos recurrentes sobre la misma temática, luchando por buscar una explicación o una solución a la misma. Esta circunstancia, aunque puede conducir a un estado de intranquilidad sostenido en el tiempo y generar sensaciones negativas, como ansiedad, nerviosismo o insomnio pasajero, es aceptada por la persona que lo sufre, al encontrar una lógica a su preocupación.
Sin embargo, cuando hablamos de pensamientos intrusivos, la situación es diferente. Sin esperarlo, nos encontramos sorprendidos por ideas o imágenes que aparecen de la nada. Este tipo de pensamientos o representaciones mentales que en mayor medida son incoherentes, pueden llegar a causar mucho malestar si consideramos que violan nuestras creencias o valores personales, provocando indirectamente la aparición de otros similares. Es decir, si a la llegada de un pensamiento intrusivo, no le damos importancia y lo dejamos ir, solo sería una idea más de las miles que pueden pasar por nuestra mente a diario. Sin embargo, si en lugar de eso, le ofrecemos un razonamiento con el fin de buscarles una explicación, corremos el peligro de quedar enredados en una maraña de ideas ilógicas que pueden llegar a obsesionarnos.
De este modo, las obsesiones pueden definirse como pensamientos, imágenes o impulsos inconscientes, que generan en la persona que los padece un malestar desmesurado. Esta sensación negativa, hace que quienes lo sufren, intenten buscar una razón lógica, aparten esas ideas negativas, etc (compulsiones mentales), incluso pueden recurrir a buscar en internet, repetir una serie de movimientos u otras acciones motrices (compulsiones motoras), con objeto de calmar la ansiedad. No obstante, estas conductas, aunque al principio sí que significan un alivio para el malestar, su uso continuado alimenta más la obsesión, provocando mayor inquietud y presentándose así, un trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
En resumen, aunque todas las situaciones señaladas anteriormente pueden provocar desasosiego en una persona en menor o mayor escala, se debe distinguir entre, preocupaciones de la vida diaria, las cuales se fundamentan en una situación real y lógica. Los pensamientos intrusivos, que son aquellos que se presentan de manera inconsciente, y por último las obsesiones, que se presentan una y otra vez y provocan la necesidad imperiosa de calmar el malestar que generan, mediante la realización de compulsiones.
Por tanto, es importante conocer el funcionamiento de nuestra mente y establecer un límite de preocupación. Si necesitas ayuda para gestionar tus ideas o representaciones mentales, ¡no dudes en ponerte en contacto con nosotros!




