Cuando te encuentras mal anímicamente, tienes algún problema que no sabes resolver o estás sufriendo, es normal que te preguntes a quién debes acudir. Todo dependerá de la gravedad del asunto, pero dado el gran número de “gurús” y “expertos” en materia de salud mental, existe el riesgo de tocar la puerta equivocada. Hoy en día hay muchas figuras que pueden ser de utilidad y es importante saber quién nos puede asistir en cada caso, con lo cual conviene conocer bien la función y los límites de cada una de ellas.
En primer lugar, siempre está la red más cercana: amigos y familiares. Es habitual encontrarse con alguien que dice ser “muy buen psicólogo” porque da consejos acertados, aunque en realidad esos consejos suelen estar basados en su punto de vista personal y tienen un alto grado de subjetividad. Aun así, es muy saludable contar con una red de apoyo social fuerte, que ayude a mitigar el impacto emocional de los problemas del día a día y con la que también podamos compartir los momentos bonitos. Su papel fundamental, más que resolver los problemas, es acompañar, ofrecer cariño y comprensión y recordarte que no estás sol@.
Nuestra vida cotidiana también puede estar muy marcada por los influencers y las redes sociales. Entre ellos hay quienes hablan de bienestar o incluso de salud mental. Que una persona conecte contigo en redes o la admires no significa necesariamente que lo que dice sea cierto o lo más adecuado para ti. Muchas veces los mensajes que transmiten no están respaldados por evidencia científica y lo que a ellos les funciona puede no ser beneficioso para ti, llegando incluso a ser perjudicial.
Sin embargo, también existen creadores de contenido que cumplen una función positiva: dan visibilidad a la importancia de cuidar nuestro bienestar emocional, motivan, inspiran y comparten experiencias que pueden ayudarte a sentirte acompañad@. Algunos incluso basan sus contenidos en información empírica. Lo realmente importante es discernir quién te está hablando y cuáles son sus fuentes.
El caso de los coaches es distinto. La propia palabra significa “entrenador” y, en este ámbito, se refiere a entrenadores motivacionales enfocados al desarrollo personal o profesional. Su trabajo se centra en personas sanas que desean mejorar su rendimiento, con un enfoque en el presente y en el futuro. El coaching no es una profesión sanitaria regulada y no todos los que se presentan como coaches cuentan con la misma preparación. No están capacitados para tratar problemas emocionales ni trastornos mentales, aunque pueden ser complementarios a la terapia psicológica cuando la persona busca alcanzar metas u objetivos específicos.
Si hablamos de profesionales de la salud mental con formación universitaria reglada y supervisada, nos encontramos con los psiquiatras y los psicólogos. El psiquiatra es un médico especializado en la rama de la medicina que estudia, previene, diagnostica e interviene en los trastornos mentales. Está capacitado para recetar fármacos que ayuden a regular la sintomatología y, en algunos casos, también puede realizar psicoterapia si se ha formado en ello. Aunque suelen atender casos graves o incapacitantes, también pueden acompañar en cuadros de ansiedad, depresión u otros problemas emocionales.
Por su parte, la psicología clínica y la psicología general sanitaria son las especialidades que se dedican al estudio, prevención, evaluación, diagnóstico e intervención de los problemas de salud mental. A través de la psicoterapia, los psicólogos ayudan a modificar patrones de pensamiento y comportamiento para mejorar el bienestar emocional. Su campo de trabajo es muy amplio: desde dificultades emocionales cotidianas hasta trastornos psicológicos, pasando por problemas de pareja o familiares, así como situaciones derivadas del entorno laboral o social. Su papel no se limita a acompañar, aconsejar o motivar: cuentan con herramientas basadas en la evidencia científica para ayudar de manera eficaz.
Todas estas figuras pueden tener un papel en momentos de dificultad y, de hecho, en muchos casos se complementan. Cada vez es más habitual que psicólogos y psiquiatras trabajen de forma conjunta con el mismo paciente o que un psicólogo dé pautas para que la familia pueda apoyar en un proceso de recuperación. Sin embargo, cuando lo que vives interfiere de manera significativa en tu día a día, lo más recomendable es acudir a un profesional de la salud mental cualificado (psicólogo sanitario o clínico) que pueda valorar tu situación con base científica y ofrecerte el tratamiento más adecuado.




